Lo que se vivió el pasado sábado 17 de noviembre en el Circo Volador, la noche en que Exodus destruyó la catedral del metal en la Ciudad de México, podría haber pasado como cualquier show de metal, ya saben, la banda histórica del thrash como headliner y las respectivas bandas locales como teloneras para no romper la rutina (que, aclaro, no es queja). Pero estoy seguro de que, para los que estuvimos ahí no fue necesario un riguroso ejercicio de observación para notar que esa noche fue todo menos cotidiana.
Me explicaré a continuación empezando con las bandas invitadas, pero antes, date una vuelta a Loud! Metal Radio por si sientes que le anda haciendo falta metal a tu vida y escúchalo gratis las veces que quieras, cuando quieras. Entra haciendo click aquí o escúchalo en el player de abajo.
El thrash comienza con Spinne
La noche la abre Spinne, primero con algunos problemas técnicos y el nerviosismo notorio de una banda que, no sé por qué fuerzas del universo, tiene poco menos de 500 seguidores en redes.
Una vez superados los inconvenientes en el sonido, poco tardaron en sentirse cómodos y le dieron vuelta a la tortilla para así comenzar una de las mejores presentaciones que he visto de una banda mexicana en varios años. Spinne, a pesar de ser una agrupación muy joven con inicios aproximadamente en el 2018, suenan a que acaban de llegar de un viaje en el tiempo desde la Bay Area de la mitad de los años ochenta para crear su álbum debut Rotten Society. “Qué ganas de saberme sus canciones”, pensaba. Tal vez apenas me esté dando cuenta del poder cíclico de la música, pero de verdad que me parece impresionante como estos chicos conocen, dominan y arrasan un género que surgió hace casi cuarenta años.
Quiero hablar más de Spinne en un fututo, y quizás lo haga. Muchas flores fueron para ellos, y definitivamente es por una cuestión muy personal en gustos. Pero aún faltaba un acto más antes de ver a Exodus de vuelta en la Ciudad de México. The Unholy, aunque con más tiempo en la escena que Spinne, no se quedan atrás.
Round 2: The Unholy
Si de algo puedo ser un gran adepto, es de los tríos musicales en todas sus paletas de colores. Desde tríos de Jazz hasta The Unholy, por ejemplo. Y es que con los tríos hay riesgos, los músicos están más expuestos, todo se nota. Y si de riesgos vamos a hablar, imaginen los que se suman cuando el vocalista también es el bataco de la banda. ¿A qué suena The Unholy? Creo que tienen bien definida su mezcla de influencias, pero sin duda el primer recuerdo que disparan al arrancar su show es el de un Lamb of God corto de personal, pero con una energía de chicos que me atreveré a decir que apenas y llegan a los 30 años.
Definitivamente no me quiero perder nada de lo que hagan estas bandas de ahora en adelante, la juventud no está perdida y siento que mucho de mi admiración reside en que ha pasado mucho tiempo de que no veía caras tan jóvenes en escenarios tan grandes, sentimiento que me nació al ver a Alien Weaponry en el Domination del 2019, pero que ahora es más poderoso ya que son chicos mexicanos. Pero, a fin de cuentas, todo conducía a un destino: la presentación de la legendaria Exodus en México.
Y ahora sí, el mero mole. Exodus en Ciudad de México.
No me pregunten qué hora dio cuando salió la banda, pero era la hora justa para darse un revolcón en el mosh. La gente pacientemente esperó para ese instante, y en cuanto se apagaron las luces y comenzó a sonar The Beatings Will Continue, Exodus desató la locura. Sin exagerar, la banda de California no tuvo piedad en aproximadamente una primera hora donde tocaron un viaje de ida y vuelta entre lo más nuevo y lo más clásico de la banda, desde A Lesson In Violence y Piranha hasta Blood In, Blood Out y Prescribing Horror.
Después de tomar aire unos segundos, regresaron para no dejar caer el ánimo con Bonded By Blood. Incluso fuimos trolleados antes de The Toxic Waltz con el intro de Raining Blood de Slayer para cerrar con el clásico del Bonded, Strike Of The Beast. Pero eso no iba a ser todo, ya que “Zetro” Souza, después de agradecerle a un fan por regalarle un cigarrillo verde y decir que lo consumirían en backstage, también se encargó de agradecer a toda la concurrencia con la presentación War Is My Shepherd y Metal Command para dar, ahora sí, un cierre lleno de energía y furia. Pero lo que es obvio, aunque no está de más decir: un gran show no es nada sin un gran público. La gente realmente lo dio todo; hubo mosh sin tregua, wall of death, cánticos y mucho headbanging.
Gary Holt y compañía, a pesar de las barrigas y canas propias de los cincuenta y tantos, se ven y están enteros, y no hay necesidad de bajar de velocidad a sus canciones después de tantos años. La voz de Steve sigue siendo casi la misma que en las épocas más tempranas y la banda no pierde ninguna oportunidad de interactuar con el público enloquecido.
Es de agradecerse que, dentro de la cúpula del thrash, sigan existiendo bandas como Exodus que todavía pueden realizar shows tan cercanos a la gente, característica del thrash más purista. Y no es demeritar al Big Four, pero sinceramente por más que lo deseé, ya no veo a James Hetfield o a Dave Mustaine y compañía haciendo shows tan, pero tan cerca de sus fans sin que hayan 20 guardias de seguridad resguardando a la banda.
Noches como esta no se dan muy seguido, pero esperamos estar ahí para contárselas en Loud! Metal Radio.
Fotografías por Poncho Civeira.