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FOTOS Soen: Música y magia en la Ciudad de México

Dicen que los viernes 13 son de mala suerte, pero quienes fuimos testigos de los shows de Soen en el Lunario del Auditorio Nacional, podemos desmentirlo e incluso decir que ¡El viernes 13 de marzo pudimos disfrutar de Soen en concierto y fue de lo mejor que hemos presenciado en este 2020!

Y es que al llegar la oscuridad de las 8:00 de la noche, las luces se apagaron lentamente dentro del recinto para dar pie a Ekos, la banda telonera. Cuatro músicos mexicanos: Ana Camelo en la voz y los teclados, Jesús Torres en la guitarra y voz, Víctor Juárez en el bajo y Carlos Cleriga en la batería, se encargaron de calentar motores con su rock progresivo, que fue recibido de muy buena manera por los asistentes.

Más tarde y el público advirtió la presencia de la banda principal y así demostraron su emoción con gritos y aplausos. Una secuencia grabada sonaba en los altavoces del Lunario, y uno a uno salieron los cinco miembros de Soen y comenzaron su setlist, con una de las canciones de su más reciente álbum titulado Lotus: Covenant.

La alegría de la banda por dar su segundo show en un mismo día era notoria y la transmitieron a su audiencia, desde el primer segundo.

Hubo quienes comentaban que, para el segundo show, el grupo estaría cansado y no tocarían con la misma fuerza. Sin embargo, pareciera que el primer concierto los cargó de energía y lo que menos faltó fue entrega y una excelente actitud.

“Opal” y “Ritual” continuaron en la lista que Soen tenía preparada para tocar, del lado derecho del escenario, Cody Ford sonreía al público y agitaba su larga melena castaña oscura, mientras le daba vida a los pesados riffs y cantaba en ciertas partes de la rola, para complementar a la voz principal.

Del otro lado, Joni Palmroth se plantaba firmemente para proveer la base de la música y unir el sonido de la banda con su bajo.

Joel Ekelöf, vocalista, agradeció al público por asistir a sus primeros conciertos en México, mientras sonreía, dejando ver emoción y humildad genuina en su rostro.

Ekelöf como buen hombre de pocas palabras, presentó cada canción, simplemente mencionando los títulos. “Tabula Rasa”, dijo antes de que la banda se volviera a unir para entregar una de las melodías más conocidas del quinteto sueco.

En tanto, Joel manejaba el escenario con sobriedad, pero con una voz que hizo retumbar el recinto y acarreaba una poderosa ola de sensaciones.

La nostalgia apareció al ritmo de “Lascivious” y que Jinn decidió seguir, pero muy pronto se rompió con la agresividad del riff de “Opponent”. Para este punto, fue claro que el nivel que Soen demuestra en el estudio, es igual o superior en vivo.

La música fluyó por cada rincón del Lunario y cuando interpretaron “Lucidity”, el ánimo parecía una marea compuesta por casi mil asistentes que flotaban sobre las notas que emanaban desde el corazón de cada músico.

Martín López, ex baterista de Opeth y uno de los líderes de Soen, es una de las figuras más  queridas por el público mexicano debido a su ascendencia uruguaya y la importancia que tuvo en la etapa más famosa de Opeth, además de que su presencia y personalidad fue evidente en cada segundo del concierto.

Su mítica batería no solo estaba mezclada y ecualizada a la perfección, sino que su sonido compuesto por una técnica impecable y emociones poderosas, realmente tuvo un peso en todas las canciones de la noche.

Cabe destacar que a su altura, pero del lado derecho del escenario, estaban los teclados de Lars Ahlund, quien no se limitó a quedarse en esa posición. No solo proveía atmósferas con sus teclados (algunas con matices sombríos, otras con tintes de progresivo clásico), sino que también tocaba la guitarra y cantaba para armonizar el trabajo de Joel y Cody. Incluso hubo momentos en los que añadía elementos percusivos como bongoes y maracas de huevo.

En lo que parecieron solo cinco minutos, en realidad ya había trascurrido una hora de concierto, y entonces llegó “Martyrs” como uno de los momentos cumbres de la noche.

Para cerrar el primer acto, “Fraccions” hizo su aparición en el setlist y así nos hizo recordar las claras influencias de Tool en su primer álbum, Cognitive, aquel en el que también participó Steve DiGiorgio en el bajo.

Al finalizar, Soen agradeció nuevamente a los asistentes, y sin decir mucho, abandonaron el escenario.

Tras algunos minutos de ovación, volvieron a salir al escenario. Martín recibió muchos aplausos para él, a lo que respondió con gestos de agradecimiento y estas palabras: “Hermanos mexicanos.”

Los cinco músicos volvieron a sus lugares, tomaron sus instrumentos y dieron rienda suelta a “Savia”. Cerca del final, “Sectarian” fue ejecutada con maestría absoluta y Soen prometió volver pronto a nuestro país.

¿Quién hubiera dicho que la banda cerraría su presentación con una de sus canciones más melancólicas?, “Lotus”, dijo Joel, y los teclados se apoderaron del Lunario. “Gather around. All the things that we admire. To be here is where I wanted to be. To abandon who I was”, cantaba Ekelöf, reflejando el sentir de cada uno de los presentes esa noche.

Fue un concierto que pareció breve y lleno de magia, de sensaciones desbordadas, de arte genuino. Nuevamente se despidieron regalando baquetas o plumillas a la multitud y entonces abandonaron del escenario, pero regresaron una vez más para tomarse una selfie  con los asistentes.

 

 

Texto e imágenes: Poncho Civeira

 

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